jueves, 25 de octubre de 2018

SANAR TU INTERIOR PARA SER FELIZ EN PAREJA

En cuestiones de amor y pareja, suelen haber dos grandes ausentes: la autocrítica y la responsabilidad.

Y así lo demuestran los mensajes engañosos que culturalmente se han traspasado de generación en generación y, hoy en día, se "postean" y comparten en redes sociales muy livianamente, perpetuando modelos de relación malsanos y/o incapaces de traernos plenitud.

En actitud claramente acusatoria hacia aquellas personas con quienes se relacionan a nivel pareja, muchos hablan de:
* los que no saben amar,
* los que siempre te lastiman,
* los que te usan y te abandonan,
* los que no te valoran,
* aquellos por quienes das todo, y no se recibe nada a cambio, etc.

Ahora bien, una pareja es una construcción de a dos, de modo que la felicidad o infelicidad que dentro de ella uno experiencie, también es responsabilidad de dos.

Algunas personas saben amar bien y su felicidad depende no de la "suerte" que han tenido en "conseguir una buena pareja", sino de su responsabilidad para alejarse de quienes no son convenientes para construir una relación sana y nutricia, de acuerdo a lo que de una pareja ellos pretenden. No permanecen al lado de alguien inadecuado, quejándose de cuánta amargura esa persona les provoca; en cambio, deciden actuar constructivamente, ser pacientes, hasta que una persona adecuada llegue, y permanecer sólo cerca de personas que, como ellas, también son responsables consigo mismas y su pretendida felicidad.

Otras personas, por el contrario, escogen y se emparejan con alguien que no colma sus expectativas y, en lugar de alejarse cuando detectan que lograr plena felicidad será imposible allí, deciden permanecer y quejarse, cual si fuesen víctimas de este otro, quien "les impide ser felices".

Pocas veces, quien se relaciona de este modo, se percata de que tampoco él/ella sabe amar bien. Su lógica, a la hora de relacionarse, suele ser similar a la de alguien que desea saborear una fruta madura, deliciosa y dulce, pero que elije, para ello, una fruta aún verde, agria e insípida... ¡y se enoja con la fruta que él mismo escogió!

Las personas que aman bien, como vimos más arriba, jamás se permitirían estar cerca de quien no las ama, respeta o elije. Una persona que ama bien no tiene que reclamar nada, ya que ha sabido ser paciente hasta dar con una pareja que "ya tenga" todo aquello que ella desea. Una persona que ama bien no acepta recibir menos que lo que ella da. Una persona que ama bien ha tenido la fortuna de crecer en un ambiente armonioso, donde el respeto, la presencia emocional para el otro, el amor sano y la solidaridad afectiva han sido moneda corriente.

Quienes no han tenido esa suerte, probablemente arrastren consigo patrones de relación basados en la sumisión, el reclamo, la distancia y abandono afectivos y, quizás, los malos tratos. Su manera de relacionarse, hoy, implica mendigar cariño o reclamarlo mediante la violencia (en cualquiera de sus formas -psicológica, afectiva, manipulativas, física-). Su libertad psicológica está cercenada y, de este modo, jamás podrá elegir bien de qué manera ni con quién relacionarse.

Afortunadamente, a amar bien, se aprende. Este aprendizaje posibilita, en ocasiones, una transformación hacia la salud dentro de la pareja y, en otras, cuando esto no es posible, la capacidad de alejarse de personas malsanas, escogiendo, en cambio, parejas que sumen, en lugar de restar, en términos afectivos, y la consiguiente salud psicológica que se experimenta, al correrse del lugar de quien se queja, reclama y sufre.
¿Te gustaría lograr amar de ese modo, sano, nutricio y constructivo, seas mujer o varón? No te quedes sin intentarlo. Tu felicidad lo vale. 


Carla May
Consultora Psicológica Humanística y Sistémica
Facilitadora del Desarrollo Personal Integral
15-6103-2940 
2129-5698
General Pacheco, Buenos Aires

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