sábado, 4 de febrero de 2017

FOCUSING: LA SABIDURÍA DE NUESTRO CUERPO COMO GUÍA DE VIDA

La finalidad de todo proceso de indagación personal es lograr una mayor calidad de vida a partir de adquirir herramientas emocionales de las cuales no se disponía anteriormente. Estas herramientas pueden ser adquiridas y/o construidas una vez que se ha ganado conciencia acerca de algo que antes se veía borroso o, directamente, no se veía. En términos generales, nos referimos a esto como “traer luz”. Para Sygmund Freud, padre del Psicoanálisis, esto sería “hacer consciente lo inconsciente”; para Fritz Perls, creador del Enfoque y Terapia Gestálticos, “darse cuenta”; para Carl Rogers, creador del Enfoque Centrado en la Persona, “atender nuestra experiencia para simbolizar lo todavía no simbolizado”; y, para Eugene Gendlin, creador del Enfoque Centrado en el Cuerpo (o FOCUSING), “acceder al mundo de lo implícito a través del cuerpo para simbolizar nuestra experiencia interna”.

“Lo implícito” refiere a todo un mundo de significados aún sin simbolizar (no registrados concientemente por la persona, pero en el límite de la conciencia) que necesita de un vehículo para ser alcanzado y decodificado. Ese vehículo, en FOCUSING, es nuestro cuerpo, el cual no se refiere, en palabras de Gendlin “sólo a lo contenido dentro de nuestra piel”, sino a un perfecto y complejo entramado de fisiología, psiquismo, espiritualidad y energía; ese lugar, a veces difícil de explicar con palabras, donde acontece “lo que nos pasa”.

Nuestro cuerpo contiene una fuente inagotable de información. En Counseling Humanístico, nos referimos a esta fuente de información como “SABIDURÍA ORGANÍSMICA”. Su función es ser una guía perfecta acerca de qué es lo más adecuado para cada uno de nosotros en cada momento de nuestra existencia. De ser atendida y respetada, logramos un funcionamiento pleno, manifestado en un comportamiento abiertamente saludable hacia uno mismo y hacia los demás, en el que no abundan la utilización de nuestros mecanismos de defensa ni conflictos emocionales invalidantes y/o perjudiciales para nuestra calidad de vida.

Lamentablemente, no siempre escuchamos a esta guía interna perfecta. Esto se debe a una progresiva desconexión con nuestro mundo interno, las más de las veces asociadas a la necesidad de adaptarnos a nuestro medio ambiente (familia, escuela, sociedad), con el fin de ser aceptados y amados. Por “adaptación” entendemos la necesidad de esconder (primero) y, progresiva e inevitablemente, dejar de registrar (después) todo sentimiento o expresión que ese medio ambiente perciba como inaceptable o perturbador. Este alejamiento de ser nosotros mismos y comenzar a ser como se nos demanda es un mecanismo de defensa que nos permite evitar la crítica y el rechazo. Sumemos aquellas características no propias que hemos debido adoptar para asegurarnos ese amor y aceptación, como, por ejemplo, estar siempre de buen humor, hacerlo todo bien, ser fuerte, incansable, inteligente, y un sinfín de etcéteras.

Esta desconexión interna nos aleja de saber cómo somos o qué es lo mejor para nosotros, ya que dejamos de guiarnos por nuestra SABIDURÍA ORGANÍSMICA (y comenzamos a funcionar en base a condicionamientos externos a nosotros) y, así, perdemos libertad psicológica. En algún momento, van a aparecer la angustia, la ansiedad, la frustración, los conflictos internos. ¿Cuándo? Cuando, debido a nuestra limitada libertad psicológica, nuestro pensar, nuestro sentir, nuestro actuar y aquellas elecciones que, a partir de ellos, hagamos, se contrapongan a nuestra SABIDURÍA ORGANÍSMICA, que a veces sale de su latencia, despierta con fuerza y demanda ser escuchada. En esos momentos, ella parece querer protegernos con un “No, por ahí no es”. Y lo realmente angustiante es que no parecemos darnos cuenta de “por dónde SÍ es”.

A raíz de esta desconexión con nuestro guía interno, podríamos experimentar todo un abanico de manifestaciones psíquicas, espirituales y físicas: apatía, depresión, ansiedad, adicciones, dificultad para tomar decisiones o para hacernos responsables de nosotros mismos, miedo al cambio o a los vínculos, irritabilidad y agresividad, aburrimiento, no saber qué estudiar, qué hacer con nuestra vida o a quién elegir como pareja, necesidad de aprobación externa permanente, baja autoestima, necesidad de tener todo bajo control, dolores físicos crónicos, etc., etc., etc.

Lo que se busca en un proceso de FOCUSING es reconectar con nuestra experiencia real, de modo de acceder a “lo implícito”, es decir, al significado real y particular que nuestras experiencias tienen para cada uno de nosotros, como personas únicas y particulares, posibilitando simbolizar sus significados personalísimos e intransferibles. Estos significados son develados a través de nuestro cuerpo. En la medida en que devolvemos a nuestro cuerpo su autoridad como el máximo referente de sabiduría, éste colabora posibilitando detectar una sensación o malestar allí donde algo necesita develarse. Ese “algo”, aún no simbolizado, pero cargado de información, se muestra a través de una “sensación sentida”. Esta sensación sentida necesita ser registrada y atendida con voluntad y conciencia para poder ser, luego, “explicada con palabras” y simbolizada (capitalizada en nuestra conciencia). Contiene un caudal de significados que irán emergiendo en la medida en que le permitamos develarse del modo en que necesite hacerlo. Esto podría ser, de acuerdo a las particularidades de cada persona, una sensación física, una imagen, una palabra, una idea, un recuerdo, un color, un aroma, etc., que traerán consigo aspectos de nuestro SER desconocidos, o que podrían haber sido negados o deformados en el pasado, en función de aquellos condicionamientos externos. Estos aspectos rechazados, deformados o desconocidos necesitan reintegrarse a nuestro SER.

En un proceso de FOCUSING, algo que de aquello que esta persona, en algún momento (y defensivamente), le “escondió” a su conciencia, tocará a la puerta. Quizás aparezca como una sensación de opresión en el pecho, de nudo en la garganta, de imagen difusa y borrosa, de un sonido o palabra, o la sensación de estar “flotando”, por ejemplo. Cuando estas “sensaciones sentidas” aparecen, queda totalmente de manifiesto que la persona está al fin lista para recibirlas y sumergirse en ellas, algo similar a girar la llave, abrir la puerta, dejarlas entrar y abrazarlas con un “¡Bienvenido!”. Este “invitar a pasar y abrazar” posibilita experimentar el núcleo principal de un proceso de FOCUSING, algo que Gendlin denominó “viraje corporal”, que no es ni más ni menos que una sensación de algo transcurriendo y transformándose en su interior, y que trae alivio. En palabras de Gendlin, “…algo que estaba abotonado, de repente se suelta y hay un expandirse muy, muy ancho, que luego se instala en un suave respirar”. La transformación ya ha ocurrido y esta nueva información, ahora integrada, acrecienta el poder personal de esta persona, que, de repente, se ha vuelto un poco más ella misma. Esto no sólo la hará sentir “más completa y funcional”, sino que contribuirá a atender cualquier situación que se presente en su vivir, al contar con herramientas emocionales ahora más acabadas y sofisticadas.
.
Integrar nuestros aspectos rechazados, deformados o desconocidos requiere Presencia, es decir la actitud de permanecer aceptante y amorosamente con todo aquello que se vaya develando, sin juzgarlo, dejándolo ser del modo en que ES. La Presencia no es mental, no analiza ni juzga; tan sólo acepta cada aspecto de la persona rechazado, deformado o desconocido que necesita ser escuchado. Cada “algo” que es escuchado, aceptado e integrado pierde su condición de amenazante, a la vez que vuelve a la Presencia aún más fuerte, extensa y aceptante. A más Presencia y más integración de aspectos de nuestro SER antes exiliados, fortalecemos nuestro yo y funcionamos de manera más auténtica, menos automáticamente, utilizando menos mecanismos de defensa (porque ya no sentimos la necesidad de ocultarnos ni ocultar a los demás quienes somos realmente), así como menos respuestas copiadas de otros y automatizadas, que no son efectivas en términos de desplegar nuestro potencial interno y favorecer nuestro bienestar.

Resumiendo todo lo antedicho en una definición concreta, ésta sería: FOCUSING es un proceso mediante el cual buscamos sanar emocionalmente y/o mantener un sano equilibrio psico-espiritual conectándonos con y escuchando atentamente la sabiduría natural que nuestro cuerpo, como canal, nos comunica.

El resultado es una gratificante sensación de plenitud al abrazar aspectos de nuestro Ser alguna vez perdidos y, hoy, como piezas de rompecabezas extraviadas y recuperadas, volviéndonos los seres completos y funcionales que jamás debimos haber dejado de ser. 


Como punto final, es importante aclarar que Focusing no es una terapia. Es un recurso humano natural (es decir, nacimos con él, aunque muchos lo hayamos perdido) que algunos profesionales de la salud mental brindamos a nuestros consultantes o pacientes, pero que puede ser practicado por cualquier persona, tanto en sí misma, como para acompañar a otros. Es idealmente sugerido para mamás y papás, docentes y médicos, y aquellas personas que utilicen prácticas como Mindfulness o Meditación y deseen dar “una vuelta de tuerca más”, aprendiendo a “vincularse” con aquello que aparece y necesita ser atendido.



Carla May

Consultora Psicológica Humanística y Sistémica
Facilitadora del Desarrollo Personal

15-6103-2940 
4726-6479 
General Pacheco, Buenos Aires
http://carlamaycounselor.blogspot.com/