domingo, 19 de junio de 2016

Carla May, Facilitadora del Desarrollo Personal

Te acompaño en tu búsqueda de mayor bienestar emocional, a encontrar tus respuestas y a desarrollar potencialidades aún no descubiertas.

Carla May Counselor
Facilitadora del Desarrollo Personal
clr.carlamay@hotmail.com
15-6103-2940 (Cel/WhatsApp)
4726-6479
General Pacheco, Buenos Aires.

Alejarnos de personas que lastiman


Muchas veces, las personas lastimadas, lastiman. Esto no nos obliga a permanecer cerca de quien nos lastima, aunque su accionar esté justificado a partir de la dolorosa historia que trae a cuestas. También es nuestro derecho protegernos y preservados de ser lastimados (algo que nadie más puede hacer por nosotros).

Una opción es alejarnos de quien lastima, hasta tanto esa persona se haga responsable de su sanación. Así, si ella elige continuar abrazando el dolor que la daña y daña a otros, y esto vuelve inevitable el hecho de que alguien salga lastimado, que sea sólo uno, y no dos.

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Evitando la crítica

Muchas personas utilizan la crítica encubierta "Yo no entiendo cómo vos.../cómo te puede gustar.../qué le ves a..."

Cuando te topes con este tipo de juzgamiento, podrías responder:
"No hace falta que lo entiendas, tan sólo que lo aceptes."

Muchos redoblarán la apuesta con un: "No puedo aceptarlo."

Allí, sólo quedará responder: "Si no podés aceptar algo acerca de mí, no soy yo quien lo pasa mal. Manejalo."

Carla May Counselor
Facilitadora del Desarrollo Personal
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¿Tenés una actitud enjuiciadora y crítica?


En ocasiones, nos encontramos con personas insatisfechas, resentidas, negativas, enojadas con la vida, críticas y juzgadoras de los demás. Nuestra primera reacción suele ser de rechazo. Pocas veces nos preguntamos qué se esconde detrás de sus conductas.

Usualmente, hay una historia de dolor. Han habido padres o cuidadores hipercríticos, distantes, negativos y poco empáticos. La sensación con la que se crece ante tamaño abandono emocional es de desamparo, de desprotección, de soledad y de injusticia. Probablemente, ha sido necesario desarrollar conductas defensivas, tales como ofenderse, el enojo, los estallidos de ira, los ataques verbales o el distanciamiento emocional, en un intento de sobrevivir a la hostilidad imperante. Y estas formas de relacionarse con los otros se ha adoptado como una práctica corriente, ya que, cuando se proviene de un ambiente de "guerra", se suele mirar a todo aquel que se acerque como un potencial "atacante". Y, ante la posibilidad de un ataque (quizás hoy sólo existente en la fantasía), es preciso atacar primero, con la consiguiente perplejidad de los demás, que no comprenden tamaña agresividad. En ocasiones, la conducta defensiva se lleva a cabo con los propios hijos, incluso cuando estos son muy pequeños, de quienes es impensado, pueda provenir algún "ataque" real.

La lamentable consecuencia es que se aleja a los demás, dificultando la posibilidad de tener relaciones distendidas y disfrutables. Por el contrario, los demás toman distancia y, lo que queda, es una desagradable sensación de soledad y de que los otros son injustos por alejarse de alguien tan necesitado del buen trato que nunca conoció.

Si no se toma conciencia de este modo de relacionarse y se trabaja en ello para lograr acercarse a los otros de un modo menos nocivo, se corre el riesgo de quedarse solo y sufrir por ello eternamente.

Si te sentís identificado, sabé que una nueva forma de relacionarse con los demás y sentirse más seguro en compañía de otros es posible. Puedo acompañarte en el proceso.

Carla May Counselor
Facilitadora del Desarrollo Personal
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Ama como un gato

Ama como un gato, que sólo permanece cerca cuando se lo cuida y respeta, más se aleja ante la primer agresión.

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Sos el artífice de tu propia transformación



Sea cual sea tu historia, así como los dolores que traés con vos, producto de tus vivencias, existe sólo una persona en el mundo que puede posibilitar sanarlos: VOS MISM@.
Quizás esto te parezca injusto: tener que cargar con la responsabilidad de realizar esfuerzos para sobreponerte al dolor que OTROS provocaron.

Pues sí, puede no ser justo. Sin embargo, ni todas las lágrimas que llores, ni todos los puñetazos que des, ni todas las pataletas que hagas, ni las corazas de protección que construyas a tu alrededor pueden volver el tiempo atrás y deshacer las acciones de otras personas que te dañaron.

Lo que sí podés hacer es aprender a utilizar tus recursos para que esos dolores que te acompañan no condicionen tu sentir y actuar en el presente, posibilitando un vivir más plen@:
* sin necesidad de utilizar mecanismos de defensa que coartan tu libertad,
* sin miedos innecesarios, aunque sí aprendiendo a cuidarte y preservarte,
* pudiendo tomar decisiones desde tu libertad, y no desde tu miedo,
* conectándote con tu potencialidad, y no seguir aferrad@ a tus fantasmas del pasado,
* generando relaciones más sanas y transparentes,
* y hasta haciendo desaparecer tu dolor, convirtiéndolo en tu mejor aliado y protector.

¿Te animás a recorrer junt@s el camino para lograrlo?

Carla May Counselor
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General Pacheco, Buenos Aires.

"Etiquetas" que nos limitan





¿Te han colocado alguna vez una "etiqueta"?
Generalmente, las primeras "etiquetas" nos las colocan nuestros padres o cuidadores, en casa. Suelen hacerlo por hábito: ellos mismos han sido etiquetados, en su momento, y parecieran utilizar la misma práctica por inercia, sin medir sus consecuencias (ni en ellos mismos ni en los demás).

La cuestión es que las etiquetas no son inocuas. Nos dicen "cómo somos". Y claro, cuando uno es niño cree que mamá y papá lo saben todo, de modo que si me etiquetan como "la soñadora" o "el que siempre esta en la luna", debe ser que soy así.

Ahora bien, las etiquetas suelen ser erróneas o parciales, ya que suelen ser impuestas por personas incapaces de percibir la totalidad de los hechos. Éstas etiquetan nuestro comportamiento visible, que es el modo en que los niños pedimos lo que necesitamos cuando aún no tenemos un lenguaje suficientemente desarrollado como para hacer un pedido explícito, y dejan sin atender la verdadera necesidad que se esconde detrás, aquella que no puede ser comunicada abierta y claramente:
* detrás de "la llorona" suele esconderse una necesidad que no está siendo percibida ni atendida;
* detrás de "el enojón" suele haber frustración no percibida ni atendida;
* detrás de "la hija perfecta" podría esconderse una gran inseguridad y una necesidad de "agradar" no percibida ni atendida;
* detrás de "el buenudo" podría esconderse una enorme necesidad de ser amado, por lo cual se toleran destratos, con tal de no perder el cariño de los demás, tampoco percibida ni atendida.

Al crecer, solemos ir por la vida con aquellas etiquetas a cuestas, no atendiendo la necesidad inicial todavía irresuelta y cometiendo el mismo error que aquellos que nos las colocaron: no cuestionarlas.

¿Soy realmente "la rara" o "el contrera"?
¿Qué evidencia hay de ello?
¿Es que SOY así o sólo me comporto de ese modo ante ciertas circunstancias?
¿Y si, en realidad, hoy me comporto de ese modo para no salirme del "papel" que me asignaron con mi etiqueta?
¿Será que sigo creyendo que quienes me etiquetaron tan descuidadamente tenían razón, y me cuesta cuestionar y reconocer que podrían haber estado equivocados?
¿Será que me da miedo iniciar una autoexploración para descubrir cómo soy en realidad?
¿Y si lo que descubro es muy distinto de lo que soy hoy?
¿Y si lo que descubro es que esa necesidad tapada por la etiqueta sigue insatisfecha aún hoy?
¿Y si lo que temo es que, superada esa etiqueta, y yo siendo como realmente soy, los demás no acepten este nuevo "yo sin etiquetas impuestas desde afuera" y me rechacen?
¿Y si lo que temo es llenarme de bronca por los años en los que “no pude ser quien soy en realidad”, debido a haber tenido que ajustarme a la etiqueta impuesta?

Mantener la etiqueta en su lugar puede traer cierta tranquilidad, ya que no debo hacer el esfuerzo de "ir hacia adentro" para descubrir cómo soy realmente. También me aseguro de que la gente que me rodea no me critique ni acuse de “estar diferente” cuando, habiendo descubierto mi yo real, comience a sentir y actuar de un modo distinto del habitual, más coherente con mi verdadero Ser.

Algo es seguro: mantener la etiqueta eternamente traerá frustración, ya que los demás se relacionarán con mi etiqueta/personaje, y no conmigo, así como realmente soy.
Esto implica que quizás no me sienta libre de mostrarme tal cual soy y comunicar abiertamente lo que necesito: ¿Cómo puedo largarme a llorar acá y decir que necesito un abrazo, cuando, para los demás, siempre he sido "la fuerte"?
Al mismo tiempo, imposibilito mostrar todas mis cualidades, y quizás siempre deba guardar las apariencias: ¿Cómo voy a acercarme a acariciar a ese gatito (¡¡¡con el placer que me da acariciar gatitos!!!) cuando, para los demás, soy "el matón”?
Cuándo no, me siento obligado a permanecer en un círculo de quejas por algo que yo mismo, con mi etiqueta no cuestionada, provoco: me quejo de que los demás nunca están para mí, pero no dejo de ser "el que siempre está para todos, sin pedir nada a cambio".

¿Te animás a revisar tus etiquetas y, quizás, sentirte más completo y pleno, al descubrir CÓMO SOS EN REALIDAD?
Puedo acompañarte en el proceso.

Carla May Counselor
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Nuestras creencias

Cuando Hipo descubre que no sólo Chimuelo es domesticable, sino que otros dragones también aceptan y disfrutan la cercanía de los seres humanos, él le dice, mirándolo a los ojos: "Todo lo que sabemos sobre ustedes está mal".

Hipo descubrió que lo que él "sabía" es lo que todos "saben": aquello que, a fuerza de repetirlo, termina siendo una "creencia". ¿Cuántas de tus creencias son (como las de Hipo, acerca de que los dragones son enemigos del hombre) copias de las creencias de otros? Las creencias que copiaste alguna vez y llevás con vos sin detenerte a examinarlas, ¿le sirven a tu vida hoy?


Carla May Counselor
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Tu historia no es tu destino



Muchas personas provienen de familias en las cuales el juicio, la crítica, el abandono emocional o la no aceptación del otro como ser individual e independiente son moneda corriente desde que eran pequeños. Esto provoca muchisimo dolor, ya que han tenido que dejar de ser quienes eran para adaptarse a lo que de ellos se esperaba, buscando, así, ser aceptados, y perdiendo, en el proceso, el contacto consigo mismos.

Las consecuencias son muy dolorosas, entre ellas:
* no saber cómo son,
* no saber qué quieren,
* dudar de sus percepciones,
* estar constantemente atentos a la mirada de los demás,
* depender de los demás para tomar decisiones,
* insatisfacción,
* miedo a mostrarse como en realidad son,
* no encontrarle un sentido a la propia existencia,
* angustia y ansiedad,
* vivir a la defensiva,
* perder el control ante situaciones estresantes,
* sentir un vacío constante,
* volverse dependientes de sustancias, acciones compulsivas o relaciones inadecuadas,
* quedar siempre en último lugar,
* buscar amor y aceptación con personas incapaces de brindarlos, etc.

Afortunadamente, nuestra historia no necesariamente determina nuestro destino.
Si has tenido que atravesar alguna de estas situaciones a lo largo de tu vida, sabé que sos más fuerte de lo que creés: lograste sobrevivir hasta ahora a experiencias dolorosas y no has sido derrotado.
Y podés lograr sentirte de veras pleno, iniciando un proceso de autoconocimiento y despliegue de tus potenciales reales.
Puedo acompañarte en el proceso.

Carla May Counselor
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Mirar hacia dentro para convertirse en quien uno (de veras) es

Tu historia (sea cual ésta fuere) no necesariamente determina tu destino. Para escapar del sinsentido aprendido de tu entorno en tu pasado, y reproducido sin cuestionamiento en tu presente, sólo hace falta mirar hacia adentro, descubrir quién sos realmente y quitarte esas viejas prendas deslucidas, que recibiste como herencia de otros, pero que ya no te sientan bien. Renová tu "vestuario interior".

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Que los demás no condicionen tu interior


Muchas veces te encontrás evitando hacer cosas que van con tu esencia por miedo a recibir críticas ajenas. Así,

* Dejás de hablar con las plantas o animales;

* Dejás de cantar en voz alta en la vía pública;

* Dejás de vestir una prenda llamativa o que no te favorece de acuerdo a los standars de belleza de "los que saben";

* Dejás de pegar stickers en tus posesiones, por ser una práctica considerada "inmadura";

* Dejás de defender causas que te son significativas, pero que otros ven como "improductivas"; etc., etc., etc...

Pocas veces te detenés a pensar qué ridículo resulta que alguien critique aquellas cosas que te gustan o definen. Es decir, ¿no te parece totalmente estúpido que yo criticara el tipo de comida que te gusta, sólo "porque sí", simplemente porque a mí esa comida no me agrada?

¿Qué lleva a una persona a criticar las conductas o elecciones de otros, cuando éstas en nada los daña o afecta? ¿Cuál es su justificación "científica y/o racional"?

¿Estás dispuest@ a abandonar tu esencia por la limitación mental y la falta de actitud autocrítica de otros, quienes repiten y eternizan críticas ridículas que, seguramente, escucharon a otros expresar antes, y las copiaron, haciéndolas ahora suyas?

Quien critica a los demás es autocríco. Critica de los otros las conductas o sentimientos que él o ella mism@ no se permite. No caigas en su juego. Su limitación no es tuya, sino de él o ella.

Sé vos mism@. Que la la falta de libertad interior ajena no te haga alguien distinto de quien sos.

Carla May Counselor
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¿Sos buen guía para tus hijos?

Las heroínas que no necesitan salvadores llegan a serlo gracias a las lecciones de mamá, papá, o quien haya estado a cargo de su crianza. Es por eso que nosotros, adultos, debemos revisarnos y conocernos, para volvernos un instrumento de crianza calibrado y enriquecedor. Nuestra manera de criar no es inocua. Y ella depende de CÓMO SOMOS EN NUESTRO INTERIOR.

Carla May Counselor
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Tus hijos y el buen amor


Tus hijos desean que los ames más que nada en el mundo. Sentirse amados, para los niños, es sinónimo de "no morir", de no ser "parias desterrados emocionalmente". Es por eso que te deleitan con morisquetas y ocurrencias, buscando la aprobación que les afirma que son amados y aceptados. Y para fomentar que tus hijos se vuelvan dependientes emocionales, no hace falta que los rechaces, desprecies o cririques abiertamente. Es suficiente con mantenerte en silencio y dejarles a ellos la tarea de "adivinar" si están a la altura de tus expectativas. Así, probablemente adquieran un patrón de relación con los demás, en los que se habitúen a "hacer esfuerzos" por ser amados y aceptados. Y su mirada no estará puesta en cuán mal los traten o en cuánto los rechacen los demás, sino en la "responsabilidad" que tienen, de acuerdo al esfuerzo que realicen, en ser amados.
No permitas que lleguen a este punto. Alentalos y elogialos HOY.

Carla May Counselor
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