domingo, 19 de junio de 2016

"Etiquetas" que nos limitan





¿Te han colocado alguna vez una "etiqueta"?
Generalmente, las primeras "etiquetas" nos las colocan nuestros padres o cuidadores, en casa. Suelen hacerlo por hábito: ellos mismos han sido etiquetados, en su momento, y parecieran utilizar la misma práctica por inercia, sin medir sus consecuencias (ni en ellos mismos ni en los demás).

La cuestión es que las etiquetas no son inocuas. Nos dicen "cómo somos". Y claro, cuando uno es niño cree que mamá y papá lo saben todo, de modo que si me etiquetan como "la soñadora" o "el que siempre esta en la luna", debe ser que soy así.

Ahora bien, las etiquetas suelen ser erróneas o parciales, ya que suelen ser impuestas por personas incapaces de percibir la totalidad de los hechos. Éstas etiquetan nuestro comportamiento visible, que es el modo en que los niños pedimos lo que necesitamos cuando aún no tenemos un lenguaje suficientemente desarrollado como para hacer un pedido explícito, y dejan sin atender la verdadera necesidad que se esconde detrás, aquella que no puede ser comunicada abierta y claramente:
* detrás de "la llorona" suele esconderse una necesidad que no está siendo percibida ni atendida;
* detrás de "el enojón" suele haber frustración no percibida ni atendida;
* detrás de "la hija perfecta" podría esconderse una gran inseguridad y una necesidad de "agradar" no percibida ni atendida;
* detrás de "el buenudo" podría esconderse una enorme necesidad de ser amado, por lo cual se toleran destratos, con tal de no perder el cariño de los demás, tampoco percibida ni atendida.

Al crecer, solemos ir por la vida con aquellas etiquetas a cuestas, no atendiendo la necesidad inicial todavía irresuelta y cometiendo el mismo error que aquellos que nos las colocaron: no cuestionarlas.

¿Soy realmente "la rara" o "el contrera"?
¿Qué evidencia hay de ello?
¿Es que SOY así o sólo me comporto de ese modo ante ciertas circunstancias?
¿Y si, en realidad, hoy me comporto de ese modo para no salirme del "papel" que me asignaron con mi etiqueta?
¿Será que sigo creyendo que quienes me etiquetaron tan descuidadamente tenían razón, y me cuesta cuestionar y reconocer que podrían haber estado equivocados?
¿Será que me da miedo iniciar una autoexploración para descubrir cómo soy en realidad?
¿Y si lo que descubro es muy distinto de lo que soy hoy?
¿Y si lo que descubro es que esa necesidad tapada por la etiqueta sigue insatisfecha aún hoy?
¿Y si lo que temo es que, superada esa etiqueta, y yo siendo como realmente soy, los demás no acepten este nuevo "yo sin etiquetas impuestas desde afuera" y me rechacen?
¿Y si lo que temo es llenarme de bronca por los años en los que “no pude ser quien soy en realidad”, debido a haber tenido que ajustarme a la etiqueta impuesta?

Mantener la etiqueta en su lugar puede traer cierta tranquilidad, ya que no debo hacer el esfuerzo de "ir hacia adentro" para descubrir cómo soy realmente. También me aseguro de que la gente que me rodea no me critique ni acuse de “estar diferente” cuando, habiendo descubierto mi yo real, comience a sentir y actuar de un modo distinto del habitual, más coherente con mi verdadero Ser.

Algo es seguro: mantener la etiqueta eternamente traerá frustración, ya que los demás se relacionarán con mi etiqueta/personaje, y no conmigo, así como realmente soy.
Esto implica que quizás no me sienta libre de mostrarme tal cual soy y comunicar abiertamente lo que necesito: ¿Cómo puedo largarme a llorar acá y decir que necesito un abrazo, cuando, para los demás, siempre he sido "la fuerte"?
Al mismo tiempo, imposibilito mostrar todas mis cualidades, y quizás siempre deba guardar las apariencias: ¿Cómo voy a acercarme a acariciar a ese gatito (¡¡¡con el placer que me da acariciar gatitos!!!) cuando, para los demás, soy "el matón”?
Cuándo no, me siento obligado a permanecer en un círculo de quejas por algo que yo mismo, con mi etiqueta no cuestionada, provoco: me quejo de que los demás nunca están para mí, pero no dejo de ser "el que siempre está para todos, sin pedir nada a cambio".

¿Te animás a revisar tus etiquetas y, quizás, sentirte más completo y pleno, al descubrir CÓMO SOS EN REALIDAD?
Puedo acompañarte en el proceso.

Carla May Counselor
Facilitadora del Desarrollo Personal
15-6103-2940
4726-6479
General Pacheco, Buenos Aires.

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